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  • Gabriel Montoya
  • El Maestro Rivillas,1897
  • Acuarela /Papel
  • 30.3 x 18.8 cm
  • icono bandera Colombia

Reseña

Gabriel Montoya fue uno de los primeros alumnos de Francisco Antonio Cano; de hecho, aparece en la representación de su taller que Cano realiza en 1885. Y más adelante será no solo su compañero de trabajo en diferentes circunstancias, e incluso su contrincante en el concurso para el Viacrucis de la iglesia de San Ignacio, sino también uno de los discípulos que lo reemplaza en la docencia en el Instituto de Bellas Artes de Medellín traslada definitivamente a Bogotá. Sin embargo, esa proximidad a Cano nunca ha sido compensada con una atención adecuada de su obra. En décadas posteriores alumnos suyos como Pedro Nel Gómez lo descalifican al considerarlo solo como un pintor de temas religiosos y un profesor de la “escuelita” que, según Gómez, era el Instituto de Bellas Artes. La pequeña acuarela de El maestro Rivillas, de 1897, se encuadra exactamente dentro de la reflexión acerca de la posibilidad de un arte que dé cuenta de la cultura regional antioqueña y que no se limite a la copia de modelos extranjeros. En contextos modernistas posteriores se afirmará que aquella discusión trataba de asuntos parroquiales y costumbristas, sin comprender que el mismo proceso podía rastrearse a lo largo de las historias del arte y de la literatura de todos los pueblos como afirmación de un punto de partida desde el cual se pueda enfrentar la comprensión del mundo. Gabriel Montoya define su personaje en el marco de las tradiciones locales. El maestro Rivillas es, por supuesto, un personaje popular, caracterizado por su indumentaria (vestido blanco, ruana oscura, sombrero, alpargatas coloreadas) y que toca un instrumento de raíz pueblerina como es la bandola. Sin embargo, el personaje no se agota en la categoría de un tipo humano o racial, o de una curiosidad cultural como las que había buscado la Comisión Corográfica a mediados del siglo XIX. Ya no estamos ante una lámina o un maniquí genérico, sino frente a un auténtico personaje, reconocible al menos externamente gracias a la presentación que de él hace Gabriel Montoya. Casi solemne en el contraste de claros y oscuros de sus vestidos, sin más toques de color que los azules y amarillos claros de las alpargatas; estático y ensimismado en la pose para presentarnos la bandola que no parece sonar, mientras mira a la distancia, más allá del lugar de los espectadores sin detenerse en nosotros. Y todo ello en un espacio vacío, absolutamente económico, sin referencias concretas, que nos lleva necesariamente a detenernos en él. Quizá por eso El maestro Rivillas sigue siendo un personaje en el sentido etimológico de la palabra y no alcanza todavía a ser una personalidad: es el personaje que él mismo representa sin que tengamos acceso todavía al conocimiento de su mundo interior, como sí podemos lograr en las novelas de Tomás Carrasquilla, desarrolladas alrededor de los mismos problemas de la cultura regional y popular. De todas maneras, hace falta todavía una mirada más completa y profunda de la obra de Gabriel Montoya y de su significado en el arte regional y nacional.

Biografía del autor

Gabriel Montoya nació en Medellín en 1872. Hacia 1885 empieza su formación artística bajo la orientación de Francisco Antonio Cano, recién llegado a esa ciudad. Al mismo tiempo cursa la carrera de Ingeniería en la Facultad de Minas, la que culmina en 1895. Se vincula entonces al Ferrocarril de Antioquia, empresa en la cual trabaja gran parte de su vida. Simultáneamente mantiene la relación con Cano, se encarga de su taller cuando aquel viaja a estudiar a París y sigue trabajando con él a su regreso. Entre 1897 y 1899 realiza numerosas ilustraciones para las revistas culturales El Repertorio y El Montañés. En 1905 recibe el encargo de pintar el Viacrucis para la iglesia de San Ignacio, 14 grandes pinturas que se constituyen en su obra más importante. Junto con Cano y otros alumnos de este, participa en la fundación y puesta en marcha del Instituto de Bellas Artes del cual será profesor hasta su muerte, alternando el trabajo artístico con su profesión de ingeniero. Fallece en Medellín en 1925.

Carlos Arturo Fernández – Grupo de Teoría e Historia del Arte en Colombia, Universidad de Antioquia