El Cuerpo en su laberinto - Exposición SURA 2024

Es la pregunta que se le quiso hacer en esta ocasión a la colección Sura (compuesta por 651 obras colombianas y 377 mexicanas). Con ella, se continúan las revisiones contemporáneas que se le vienen haciendo desde el año pasado a este conjunto de obras.  Es un interrogante que quiere ir más allá de los estilos, los periodos o los lenguajes, asuntos que darían cuenta de obvias y superficiales diferencias formales. Lo que se quiere plantear aquí, en cambio, es una pregunta cultural mucho más amplia: ¿Se podría hablar de una suerte de cuerpo colombiano? No en el sentido de una inexistente raza, sino de un significante atravesado por la historia particular del país, por su manera concreta de entender y vivir la corporeidad, de controlarla, padecerla o afirmarla. El arte nacional, sin duda, tiene una narrativa al respecto, de la que pueden rastrearse en la colección muchos de sus momentos estelares. 

Es que sobre el cuerpo anatómico que tenemos – estructuralmente inmodificable- está el que vivimos simbólicamente: un escenario de múltiples expresiones y juegos de sentido que el arte replica y afianza. Por eso el cuerpo, que desde hace milenios es el mismo en cualquier parte de la tierra, paradójicamente también siempre es distinto, infinitamente distinto. Y ello ha sido el alimento del arte desde los inicios de la aventura humana.  Así, las obras seleccionadas recuerdan, más que realidades físicas irrefutables, los contenidos, las creencias y los pensamientos de los que los cuerpos han sido materia, soporte, encarnación. Fósiles orgánicos de la historia que tienen mucho para decirnos del pasado, pero también de nuestro presente y proyecciones futuras. 

Tenemos así, no solo la variedad de las relaciones del cuerpo con el territorio, sino también las territorializaciones que sobre estos cuerpos han tatuado los poderes religiosos, políticos, sociales. Nos acercamos al cuerpo indígena precolombino representado desde adentro de su cosmogonía, junto al imaginado en la “Fuente de la vida” del jardín por un artista que no participaba de su cultura.  El cuerpo afro, a su vez, hace presencia desde su ausencia: por el lugar que no ocupa en la historia del arte colombiano.  Nos asomamos, además, a la llegada intempestiva y violenta del cuerpo occidental en la Colonia. Relatos que se continúan con el cuerpo campesino mestizo donde hemos buscado una posible identidad. Ya en el siglo XX, se ve en las representaciones de los cuerpos los intentos forzados por alcanzar la ansiada modernidad. Las narrativas de los géneros la plantean la mirada de los artistas contemporáneos. Y sobrevolando todo, se esparcen a lo largo de este relato, los gestos de la guerra y del amor, en un país que ha estado más dispuesto a odiar al cuerpo que a cuidarlo. 

¿Es posible entonces esbozar una historia alterna del país (que puede hacerse extensiva en muchos puntos a Latinoamérica, como lo propone uno de los videos de la muestra) a partir de la representación plástica de sus cuerpos?

Es una pregunta provocadora, que no tendrá aquí una respuesta total. Sólo aparecerán en esta selección y montaje una serie de fragmentos, no siempre con solución de continuidad. Y para llevar la colección a otras orillas y retos, las piezas históricas de los grandes maestros (Débora Arango, Obregón, Caballero, Negret, entre otros) están en constante diálogo y confrontación con obras contemporáneas invitadas. En algunas de ellas, no sólo se re-presenta el cuerpo, sino que también se presenta físicamente en diversas performances y acciones realizadas en el Jardín de las Esculturas. Es que hoy la materia para expresar el cuerpo no son solo las técnicas plásticas tradicionales, sino el propio cuerpo. 

“Es esta una muestra donde la Colección Sura se mira a sí misma con honestidad, se critica, se arriesga, se expresa, se abre, y busca ofrecerse con toda su potencia. Siguiendo sus imágenes, proponemos adentrarnos en laberintos sinuosos e inconclusos, precisamente con nuestros cuerpos de hoy. Un viaje, oscuro y luminoso, que va de las manos prehistóricas a las actuales, en su búsqueda de inmortalidad en la magia del arte, así sea un imposible y una quimera.” 

Sol Astrid Giraldo Escobar, curadora